EMPRESA

Pues todo esto que ves por aquí comenzó con un martillazo.

Ya sabemos que no es la forma habitual de empezar las historias, pero es que aquí nos gusta hacer las cosas de otra manera, a nuestra manera.

Por eso en 1954 nos pusimos manos a la obra y tras un tiempo fabricando piezas para que otros vendieran sus juguetes nos lanzamos a la piscina (en bomba, que salpica más) y creamos nuestro primer juguete, un martillo. Luego vinieron un hacha y un puñal de goma. Sí, sí, nacimos guerreros, qué se le va a hacer. Y desde entonces que no hemos parado de fabricar juguetes y juegos.

Son más de 65 años que han pasado tan rápido como la síntesis de nuestra historia que tienes en el párrafo anterior. ¿Por qué? Pues porque cuando uno está a gusto pierde la noción del tiempo y se pone y se pone, y se entretiene y hasta que tu madre no te llama para que te despidas de tus amigos y subas a cenar ni te habías dado cuenta de que se te había hecho de noche y que llevabas toda la tarde jugando.


Y aunque llevamos tantísimos años jugando, hemos sabido “cambiar de juego” por eso de no aburrirnos. Empezamos con piezas auxiliares para juguetes, después hicimos nuestros propios juguetes, continuamos con juegos de mesa clásicos y ahora llevamos varios años atreviéndonos con juegos de mesa modernos. Juegos que, o desarrollamos nosotros mismos o contamos con autores nacionales ya consagrados el en sector.

Y eso es lo que hemos hecho durante todo este tiempo, jugar a los “juegueros”. Y jugar en familia, que es la forma más divertida de jugar. Somos ya la tercera generación dedicada a este oficio (porque esto es un oficio, no un negocio) del juego y haciendo perdurar el eco del sonido de aquel primer martillazo que dio Francisco Carrió para poner todo esto en marcha. ¿Lo oyes? Aunque hemos evolucionado muchísimo.

En Cayro estamos muy muy cerca de esa gente que nunca ha dejado de jugar.

Estamos con la gente que empezó a jugar de niño, le gustó y decidió no dejar de hacerlo. Y hoy siguen jugando. Porque la vida es un ratito, y es un juego.

Jugar no siempre consiste en tumbarte en el suelo y lanzar un dado.

Jugar es una actitud ante la vida, una forma de tomarse la existencia y un esfuerzo por poner buena cara, haga el tiempo que haga.

Jugar es hacer de tu trabajo algo divertido.

Es dedicarte a algo que te permita seguir siendo curioso, seguir descubriendo, seguir probando cosas nuevas. Jugar es no aburrirse. Y la vida puede ser de muchas formas, pero jamás puede ser aburrida.

Esta actitud convierte a la gente en optimista, y la gente optimista hace un mundo mejor.

Hay personas que viven y hay personas que juegan a vivir. Y son las que molan, y con las que nosotros queremos jugar. Y son a las que nosotros queremos ayudar a formar y a educar.

Está mal que lo digamos nosotros, pero para jugar no necesitas juguetes ni juegos. Para jugar necesitas querer jugar.

No es una cuestión de edad, ni de sexo, ni siquiera es una cuestión de profesión. Es una cuestión de querer divertirse. Y hacer lo posible por conseguirlo.

En la mayoría de los juegos las edades recomendadas son de 0 a 99 años.

Pensamos que cuando es así, por algo será. Y que no hay que ser un niño para jugar, sino no dejar de ser un niño.

Así que ojo, estamos hablando al fin y al cabo de hacer un mundo mejor. Nos gobierna, nos manda, nos fijamos en gente incapaz de jugar, aburrida, que no innova, que no curiosea, que no se ríe si no es de alguien, que no se sienta en el suelo, que no se pela las rodillas, que no apaga el móvil cuando vamos a jugar y que cree que juega con nosotros, pero en realidad no nos deja jugar.

Y así nos va. Así que démosle al juego la importancia que se merece, que esto es muy serio.

Somos tipos con suerte. Con mucha suerte. Tenemos un trabajo (solo eso ya es suficiente fortuna) con el que nos divertimos un montón. Hacemos divertirse a nuestros clientes.

Y encima, de vez en cuando nos dan premios.

De verdad, somos unos suertudos. A nosotros nos gusta pensar que la gente te da reconocimientos porque hemos conseguido mantener en nuestros productos la pasión, el cuidado, el cariño y las ganas de jugar que tenían Juan y Roberto cuando decidieron empezar a escribir las primeras páginas de esta historia que has leído.

Llevamos más de 65 años levantándonos con ganas de venir a trabajar/jugar. Y de intentar convencer al mayor número posible de gente de que vivir jugando es vivir mejor. Y de que cuantos más seamos, más nos reiremos.

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